LA POSTAL
“El mundo solo por el cielo solo …..Cielo desierto…Estoy con las manos
vacías en el rumor de la desembocadura….Lo que importa es esto: hueco. Mundo
solo.” F.G.Lorca, Navidad en el Hudson.Poeta en Nueva York.
Al abrir la puerta de la habitación me encontré con una postal sobre la
mesa. La cogí inmediatamente y miré su dibujo: era un desierto inmenso, el
desierto de Atacama, así lo verifiqué dando vuelta la postal. Aparecía mi
nombre escrito a mano, un sello chileno, sin más palabras, ni remitente. ¿Quién
me la había enviado? pensé intrigada. Quizás un amigo que viajaba por Chile….,
un admirador secreto…alguien que quería compartir conmigo aquel desierto sin
decir nada más.
Permanecí inmóvil, pensativa durante unos segundos, contemplando la tarjeta
en mis manos. El paisaje era una llanura árida de color arena, ocre, en pleno contraste con el azul
profundo del cielo chileno. No me era algo familiar, y como nunca había
visitado Chile me pareció algo distinto.
De golpe imágenes y palabras brotaron de mi alma como si hubieran estado
esperando allí siempre. Recordé entonces
una presentación sobre Chile que hice en el Instituto en mis primeros
años, mis estudios sobre la obra maestra
de Kazantzakis, Ulises, traducida por el profesor chileno Castillo Didier, las
inolvidables horas de poesía y de literatura que habían cambiado mi vida. Un
mar de nombres empezaron a desfilar por mi mente: Roberto Bolaño y José Donoso,
Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro, Nicanor Parra y Oscar Hahn…Versos
predilectos sumergían sin orden , y yo indefensa, me hundía poco a poco en un
abismo de impresiones, las que forman parte de la red , que la vida teje
alrededor de cualquier hombre.
La postal emanaba una sensación de tristeza y de felicidad inexplicable que
me había penetrado, y no podía definir exactamente lo que era, porque no
existían palabras para describirla.
Una voz interior me estremeció:-La postal no importa más, la verdad es que
tampoco importa mucho constatar ahora la exactitud de todas esas evocaciones. Lo
único que importa es el secreto que intuyes, que la postal te ha transmitido.
No sé por cuánto tiempo me mantuve así, en este agobiante silencio, con los
párpados cerrados, sintiendo todavía la postal en mis manos. Sé que entre ella y
yo se había establecido una comunicación sin parangón, un hilo invisible, una
existencia peculiar. No podía huir de esta misteriosa tarjeta, ni siquiera
había un rincón en el mundo donde yo podría esconderme, me entristecía y me
maravillaba al mismo tiempo.
De repente vi que este desierto, no
era un desierto, sino la soledad y el abandono en los ojos de unos pobres
mineros, de rostros quemados y de mirada agotada, que van trabajando sin cesar
para ganar el pan de cada día, que durante siglos van pisando un suelo estéril,
desde el desierto hasta la cordillera, que no descubren horizontes nuevos ni
paisajes nuevos, sino, el destino del hombre sobre la tierra.
El desierto desapareció por completo y el cuadro se amplió. Otra imagen más dolorosa me invadió: la
soledad de un niño enfermo, víctima de un cáncer que le había paralizado todos
sus miembros. Escuché una voz infantil que decía:-¡No! No soy un niño, soy una
persona mayor como vosotros, puedo entrar en la nave espacial sin anestesia. El
equipo de IRM* le parecía una nave espacial y la tomografía sería su viaje a
través de la galaxia. Con sus ojos inocentes miraba a sus enfermeros, sus
amigos en este vuelo solitario, a los que tanto confiaba y les dijo con el
coraje de un héroe:-Sin brazos y sin piernas mi cuerpo parecerá un cohete y
vosotros seréis las estrellas. Y continuó con el mismo espíritu:-No tengo miedo
ni de la oscuridad ni de la distancia que nos separa porque mi cohete tiene una
luz que iluminará mi camino y además su velocidad será tan grande que me acercaré a cada estrella, a cada uno de
vosotros, en un abrir y cerrar de ojos.
La postal se había convertido en una gran herida por donde vertía toda la
soledad del hombre. Imágenes de una humanidad sufriente, desesperada, humillada
me perseguían como mendigos. ”Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño….Este es
el mundo, amigo….y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.”(1) No quiero
llorar mi pena como el poeta, sólo quiero vivir en silencio y unir mi soledad
con la tristeza del Mi cuerpo pierde
peso.-¡No! No estoy soñando, estoy despierta ante vosotros, ante vuestra
soledad contemplo mi cuerpo, mi propia soledad y , sin brazos y sin piernas mi
cuerpo parecerá un cohete y vosotros seréis las estrellas de estas noches
despejadas sobre el desierto humano.
Todo se ve claramente ahora: la tierra sedienta, la cordillera a lo lejos,
como un gesto de oración al cielo, ni un árbol, ni una flor, ni siquiera
una sombra. No hay vida en esta postal. Es tierra abandonada. Monotonía. Y sólo
el silencio es el que habla con las estrellas.
”Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los
ojos”(2)
¿Quién realmente se interesa por la verdad de las cosas? ¿Quién realmente
comprende la condición del niño enfermo, del obrero sin trabajo, del emigrante
sin patria, del hombre sin refugio, sin apoyo, del hombre perdido en el
desierto de nuestro tiempo, de la economía inhumana? Somos números según las
estadísticas, no estrellas. Afortunadamente hay otra realidad ajena a la de los
números, más humilde, más humana, la que llamamos compasión, solidaridad, amor
por el prójimo, que nos sostiene en esta vida y es única para cada uno .Es la
oportunidad de encontrarnos y conocernos, de formar parte de la comunidad y de
convivir como estrellas en el cielo.
En lo que se refiere al remitente de la postal, todo es incierto. Es igual
como cuando una pareja enamorada empieza a conocerse, porque ante todo se
desconoce. Así, empecé a conocerte, a través de tu prolongado silencio. Tú me
elegiste como tu tácito confesor, me dejaste entrar en tu mundo de interminable
quietud y desesperanza, para que mis ojos se abrieran más allá, y me enseñaste
que a veces el terreno más yermo puede florecer y que de la herida puede nacer
el amor y la amistad. Tu postal anónima, tu obsequio irrepetible, fue una sorpresa
para mí como el amor mismo, una lección que me hizo reconocer no sólo nuestros
límites , sino, entender que los compartimos. Soportamos nuestra soledad porque
nos necesitamos.
Al abrir la puerta de la habitación me encontré con una postal sobre la
mesa. La cogí inmediatamente y la miré. Era el desierto de Atacama, pero era un
desierto florido esta vez .Era el milagro de la naturaleza: la tierra arenosa
se había convertido en una alfombra de flores de todos los colores. El desierto florido es un
fenómeno esporádico, no muchos conocen su existencia. Semillas y bulbos en
estado latente germinan al llegar la primavera y el desierto florece como
nunca. En la postal aparecían unas palabras escritas a mano que decían: ”cuando
se arranca una flor , ésta ya está perdida para el desierto”.
Sonreí y pensé: Como el amor, la flor que crece en el desierto es distinta,
no puede florecer en ningún otro lugar.
*IRM: imágenes por resonancia magnética.
(1)Oda a Walt Whitman. Poeta en Nueva York de F.G.Lorca.
(2)El Principito de Antoine de Saint Exupéry.
STELLA KIRKOU PANAGOPOULOU
[CUENTO PRESENTADO EN EL CONCURSO DE CUENTOS DĺA E, INSTITUTO CERVANTES
2013]
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