sábado, 29 de junio de 2013

LA POSTAL

LA POSTAL



“El mundo solo por el cielo solo …..Cielo desierto…Estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura….Lo que importa es esto: hueco. Mundo solo.” F.G.Lorca, Navidad en el Hudson.Poeta en Nueva York.

Al abrir la puerta de la habitación me encontré con una postal sobre la mesa. La cogí inmediatamente y miré su dibujo: era un desierto inmenso, el desierto de Atacama, así lo verifiqué dando vuelta la postal. Aparecía mi nombre escrito a mano, un sello chileno, sin más palabras, ni remitente. ¿Quién me la había enviado? pensé intrigada. Quizás un amigo que viajaba por Chile…., un admirador secreto…alguien que quería compartir conmigo aquel desierto sin decir nada más.

Permanecí inmóvil, pensativa durante unos segundos, contemplando la tarjeta en mis manos. El paisaje era una llanura árida de color  arena, ocre, en pleno contraste con el azul profundo del cielo chileno. No me era algo familiar, y como nunca había visitado Chile me pareció algo distinto.

De golpe imágenes y palabras brotaron de mi alma como si hubieran estado esperando allí  siempre. Recordé entonces una presentación sobre Chile que hice en el Instituto en mis primeros años,  mis estudios sobre la obra maestra de Kazantzakis, Ulises, traducida por el profesor chileno Castillo Didier, las inolvidables horas de poesía y de literatura que habían cambiado mi vida. Un mar de nombres empezaron a desfilar por mi mente: Roberto Bolaño y José Donoso, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro, Nicanor Parra y Oscar Hahn…Versos predilectos sumergían sin orden , y yo indefensa, me hundía poco a poco en un abismo de impresiones, las que forman parte de la red , que la vida teje alrededor de cualquier hombre.

La postal emanaba una sensación de tristeza y de felicidad inexplicable que me había penetrado, y no podía definir exactamente lo que era, porque no existían palabras para describirla.

Una voz interior me estremeció:-La postal no importa más, la verdad es que tampoco importa mucho constatar ahora la exactitud de todas esas evocaciones. Lo único que importa es el secreto que intuyes, que la postal te ha transmitido.

No sé por cuánto tiempo me mantuve así, en este agobiante silencio, con los párpados cerrados, sintiendo todavía la postal en mis manos. Sé que entre ella y yo se había establecido una comunicación sin parangón, un hilo invisible, una existencia peculiar. No podía huir de esta misteriosa tarjeta, ni siquiera había un rincón en el mundo donde yo podría esconderme, me entristecía y me maravillaba al mismo tiempo.

De repente vi que este  desierto, no era un desierto, sino la soledad y el abandono en los ojos de unos pobres mineros, de rostros quemados y de mirada agotada, que van trabajando sin cesar para ganar el pan de cada día, que durante siglos van pisando un suelo estéril, desde el desierto hasta la cordillera, que no descubren horizontes nuevos ni paisajes nuevos, sino, el destino del hombre sobre la tierra.

El desierto desapareció por completo y el cuadro se amplió.  Otra imagen más dolorosa me invadió: la soledad de un niño enfermo, víctima de un cáncer que le había paralizado todos sus miembros. Escuché una voz infantil que decía:-¡No! No soy un niño, soy una persona mayor como vosotros, puedo entrar en la nave espacial sin anestesia. El equipo de IRM* le parecía una nave espacial y la tomografía sería su viaje a través de la galaxia. Con sus ojos inocentes miraba a sus enfermeros, sus amigos en este vuelo solitario, a los que tanto confiaba y les dijo con el coraje de un héroe:-Sin brazos y sin piernas mi cuerpo parecerá un cohete y vosotros seréis las estrellas. Y continuó con el mismo espíritu:-No tengo miedo ni de la oscuridad ni de la distancia que nos separa porque mi cohete tiene una luz que iluminará mi camino y además su velocidad será tan grande que  me acercaré a cada estrella, a cada uno de vosotros, en un abrir y cerrar de  ojos.

La postal se había convertido en una gran herida por donde vertía toda la soledad del hombre. Imágenes de una humanidad sufriente, desesperada, humillada me perseguían como mendigos. ”Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño….Este es el mundo, amigo….y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.”(1) No quiero llorar mi pena como el poeta, sólo quiero vivir en silencio y unir mi soledad con la tristeza  del Mi cuerpo pierde peso.-¡No! No estoy soñando, estoy despierta ante vosotros, ante vuestra soledad contemplo mi cuerpo, mi propia soledad y , sin brazos y sin piernas mi cuerpo parecerá un cohete y vosotros seréis las estrellas de estas noches despejadas sobre el desierto humano.

Todo se ve claramente ahora: la tierra sedienta, la cordillera a lo lejos, como un gesto de oración  al  cielo, ni un árbol, ni una flor, ni siquiera una sombra. No hay vida en esta postal. Es tierra abandonada. Monotonía. Y sólo el silencio es el que habla con las estrellas.

”Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos”(2)

¿Quién realmente se interesa por la verdad de las cosas? ¿Quién realmente comprende la condición del niño enfermo, del obrero sin trabajo, del emigrante sin patria, del hombre sin refugio, sin apoyo, del hombre perdido en el desierto de nuestro tiempo, de la economía inhumana? Somos números según las estadísticas, no estrellas. Afortunadamente hay otra realidad ajena a la de los números, más humilde, más humana, la que llamamos compasión, solidaridad, amor por el prójimo, que nos sostiene en esta vida y es única para cada uno .Es la oportunidad de encontrarnos y conocernos, de formar parte de la comunidad y de convivir como  estrellas en el cielo.

En lo que se refiere al remitente de la postal, todo es incierto. Es igual como cuando una pareja enamorada empieza a conocerse, porque ante todo se desconoce. Así, empecé a conocerte, a través de tu prolongado silencio. Tú me elegiste como tu tácito confesor, me dejaste entrar en tu mundo de interminable quietud y desesperanza, para que mis ojos se abrieran más allá, y me enseñaste que a veces el terreno más yermo puede florecer y que de la herida puede nacer el amor y la amistad. Tu postal anónima, tu obsequio irrepetible, fue una sorpresa para mí como el amor mismo, una lección que me hizo reconocer no sólo nuestros límites , sino, entender que los compartimos. Soportamos nuestra soledad porque nos necesitamos.

Al abrir la puerta de la habitación me encontré con una postal sobre la mesa. La cogí inmediatamente y la miré. Era el desierto de Atacama, pero era un desierto florido esta vez .Era el milagro de la naturaleza: la tierra arenosa se había convertido en una alfombra de flores de todos  los colores. El desierto florido es un fenómeno esporádico, no muchos conocen su existencia. Semillas y bulbos en estado latente germinan al llegar la primavera y el desierto florece como nunca. En la postal aparecían unas palabras escritas a mano que decían: ”cuando se arranca una flor , ésta ya está perdida para el desierto”.

Sonreí y pensé: Como el amor, la flor que crece en el desierto es distinta, no puede florecer en ningún otro lugar.

*IRM: imágenes por resonancia magnética.
(1)Oda a Walt Whitman. Poeta en Nueva York de F.G.Lorca.
(2)El Principito de Antoine de Saint­ Exupéry.

STELLA KIRKOU PANAGOPOULOU


[CUENTO PRESENTADO EN EL CONCURSO DE CUENTOS DĺA E, INSTITUTO CERVANTES 2013]

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