lunes, 10 de febrero de 2014

NADA

,, Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida
en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el
amor.De la casa de la calle de Aribau no me llevaba n a d a. Al menos, así creía yo entonces.,, NADA, Carmen Laforet.
 
            NADA
 
         Nada,
         no se llevó nada;
         al menos, así creía.
No, no quiso llevarse nada
de aquella ciudad ruin,
de aquella calle cenicienta,
de aquella casa sórdida, desquiciada
donde el olor a podredumbre y muerte
traspasaba todo,
las paredes, los muebles, las almas y el espíritu.
          Nada,
          no encontró nada
          de lo que soñaba, de lo que esperaba.
          Nada que no fuera el desamor, la tristeza,
          la desazón absoluta en su sazón,
          la miseria, la frustración y la desilusión.
            Nada,
            no ha quedado nada
            de aquella viva emoción,
            de aquel anhelo de vida,
            o ,quizás, un tremendo vacío
            o, tal vez, una angustia terrible
            y una profunda amargura.
            Nada,
            no se llevó nada
            sino su juventud y su rebeldia,
            la esperanza por un nuevo porvenir
            y el hondo misterio del existir.
      No, no se dejó nada
      vencer por el hambre, la soledad,
      la mezquindad y la desesperación
      porque quería vivir plenamente,
      libre de elegir
      su propio camino, su modo de resistir
      a ser nada,
      a reducir su vida a NADA.

              Nada,
              no se llevó nada,
              pero, ¿era así?

IRINI

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